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El disco de 45 revoluciones por minuto, con la etiqueta del sello Columbia, está llegando al surco final. Bailamos el último estribillo que suena en el acetato gastado de la rockonola del Casino Olímpico. Aún no beso su clavícula, como tantas veces lo ensayé frente al espejo. Pero no se me quita de la cabeza el verso de la canción de Julio Jaramillo: “Me muerdo los labios para no llamarte…”
Luis Enrique Mejía Godoy (2007-2008)
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