Todo mundo decía que Fermín era un mago de segunda, porque solía hacer trucos sin mayor malicia. Al final de cada función había una rechifla. Hasta que un día quiso demostrar que era el mejor mago del mundo y con su varita y las palabras mágicas Tutulín Pipicalín, que más bien parecían una canción infantil, desapareció a todo el público que lo insultaba desde las butacas de palco y la galería con asientos de tablas del Circo de Renato.
Hoy lo buscan a través de la INTERPOL en todo el mundo, porque después de desaparecer al “estimadísimo”, como él le decía a su querido público, también desapareció él, con sus palomas, sus conejos, sus cartas, sus botellas de madera y sus pañuelos de seda.
A la gente que le gusta inventar cosas. Dicen que lo han visto en algunos espectáculos de circos en Francia y con gitanos en Bulgaria. CNN en español, reportó la otra noche el extraño caso de un montón de nicaragüenses que aparecieron en una calle de San Francisco de California, sin papeles ni nada, como por arte de magia.
Managua, Nicaragua
Septiembre, 2009
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